miércoles, 12 de mayo de 2010

Entrevista a Arturo Neira

Arturo Neira, dirigente del Movimiento Social por la Defensa del Agua:

“La lucha por el medio ambiente es una lucha social y de clase”

Con motivo de su visita a Santiago para participar en la 5ª sesión del ciclo de Cine-foro “América latina lucha y se organiza”, realizamos una entrevista a Arturo Neira, dirigente del “Movimiento Social por Defensa del Agua, los Recursos Naturales y del Medioambiente”, sucesora del combativo “Movimiento Ciudadano No a las Termoeléctricas” de Iquique. Este referente nace a partir de diversas organizaciones sociales, comunitarias, indígenas y medioambientales de diferentes localidades del Norte Grande, que se plantearon la necesidad de converger en una coordinación que les permitiera fortalecer su lucha.

Conocer la experiencia de este Movimiento, así como adentrarnos en la ardua pelea desarrollada por las comunidades costeras de Iquique contra la contaminación de las termoeléctricas, son los principales tópicos abordados en la presente entrevista con Neira, así como el sentido de la exposición que el dirigente hará en el Cine-Foro convocado para este 8 de mayo en el Espacio Chancho Seis, oportunidad en que se transmitirá el documental “Chao Pescao”, que relata una lucha similar en la localidad de Punta de Choros.



-¿Cuando surge el Movimiento Ciudadano No a las Termoeléctricas, y cómo se han organizado?

“El Movimiento Ciudadano “No a las Termoeléctricas” surgió cuando algunos habitantes de las caletas de pescadores Chanabaya, Cáñamo y Chanabayita (la más poblada de la provincia de Iquique) se percataron que serían los primeros afectados por las termoeléctricas. Luego la preocupación se trasladó a nivel de dirigentes vecinales. Esto desde el momento en que se anunció el proyecto para instalar estas generadoras, en Febrero del 2009. Primero surgió un pequeño comité de dirigentes sociales que convocaron a organizaciones a manifestarse públicamente en rechazo a la medida. Conseguimos un espacio en la plaza Prat, donde se instaló un quiosco de información y recolección de firmas para adherir al movimiento. Fue una campaña directa, abierta, que se enfrentó a una comunidad muy apática, pero que logró penetrar en los medios informativos y al actuar en el espacio público, la gente comenzó a sumarse”.

-¿Y esa gente, de que sectores provenía y como se vinculó orgánicamente en el movimiento?

“Inicialmente la cabeza de este movimiento son los dirigentes sociales, posteriormente, lo integraron profesionales de ciencias biológicas y ambientales, conformando un equipo técnico. Se redactaron documentos, cartillas, dípticos, afiches, y jóvenes de organizaciones autónomas produjeron material gráfico, agitando al interior de liceos y universidades. El movimiento contaba con dos o tres voceros, pero no tenía una orgánica que determinara responsabilidades, por lo que también hubo problemas de auto-representatividad. Pero, así como hay gente que obedece a una orgánica, muchos no y desde su posición como ciudadanos también aportan al movimiento. Y así como eso provoca aceptación por aquellos que son reacios a participar en una orgánica, también provoca dispersión, para operativizar los objetivos del movimiento”.

-¿Tuvieron en algún momento otra forma de organización?

“Pensábamos que era necesario darnos una mínima estructura, en la perspectiva de perdurar en el tiempo y para abordar otros problemas de la región, como el tema del agua, de la contaminación en los ecosistemas altiplánicos y en la misma ciudad. Sentíamos que este movimiento tenía un solo objetivo y que era difícil que pudiera ser capaz de asumir otros compromisos. Además, también nos desgastamos con la consulta ciudadana”.

-¿De qué se trató la consulta ciudadana, como apareció la idea?

“Apareció luego de un análisis que hicimos respecto de la validación que podría tener el movimiento, es decir; cuánto podría pesar en términos de expresión electoral. Lo que veíamos era que a los distintos conglomerados políticos, la toma de una posición a favor o en contra o neutral respecto de un problema que estaba siendo demandado por los ciudadanos, les significaría un costo electoral. Las firmas no bastarían para cuantificar esta pérdida, teníamos que convocar a un ejercicio participativo y tensionar los distintos conglomerados políticos en un evento masivo y que tuviera “legalidad”. Pensábamos en un plebiscito, pero al estar en periodo electoral lo único que se podía hacer era una consulta. Pero también veíamos que el municipio, al instalar una consulta ciudadana, podía jactarse de que atendían las demandas de la ciudadanía y volverse los paladines de la democracia. Para hacer frente a esa maniobra de la alcaldesa (de extrema derecha), nosotros proponíamos que la consulta fuera vinculante, o sea que obligara al municipio a establecer una suerte de veto a la instalación de las termoeléctricas, que el consejo municipal adoptara una resolución y negara cualquier permiso municipal. Pero aún cuando presionamos y tuvimos reuniones con responsables del municipio, la alcaldesa nunca firmó un documento que la comprometiera. Así que nos restamos de la convocatoria oficial, era obvio que esa consulta no reunía los requisitos para parar de una vez y para siempre la instalación de termoeléctricas en el borde costero”.

-¿Cómo es percibido el movimiento por los habitantes de la ciudad?

“La gente de la ciudad veía esto como algo lejano, porque estamos a 60 km de donde se instalarían las termoeléctricas, la distancia geográfica “anula” los efectos. Pero logramos instalar el tema y que se dieran cuenta de que también les afectaba. La consulta hizo que el movimiento fuese bastante aplaudido por la ciudadanía; era la primera vez que la gente se sentía representada e invitada a participar en un tema colectivo”.

-¿Piensan ampliar sus reivindicaciones?

“Hoy tenemos dos frentes de lucha: las geotérmicas con los pueblos originarios en la zona de la pre y la alta cordillera y el tema del agua. Pensamos que la movilización en estos dos frentes nos va a permitir desarrollar un movimiento social que esperamos tener fortalecido en el 2010. Creo que hay mayor receptividad de parte de la ciudadanía respecto a estos otros temas; la gente se da cuenta de que los beneficios de la industria no son para el ciudadano común y corriente; la gran minería aporta menos del 1% de la mano de obra, entonces no hay beneficio directo. Son más bien los costos que pagamos por esta industria y eso está siendo cada vez más evidente, la gente percibe que le afecta en su calidad de vida. Además, cada vez se estrechan más los vínculos entre el mundo andino y el mundo urbano, que está cada vez más sensible a las problemáticas de los pueblos originarios, debido al trabajo que han desarrollado dirigentes indígenas, buscando la receptividad de organizaciones urbanas. En esa medida, cuando dirigentes o personas de los pueblos originarios nos plantean sus problemas de contaminación, se le da mayor credibilidad, es más fácil que el mundo urbano lo haga suyo. Además, lo que está a 300 km de distancia, en términos geográficos, hoy lo tienes al minuto gracias a internet”.

-¿Cuáles son las perspectivas del movimiento?

“El movimiento ahora estaba paralizado, pero se está reactivando con un nuevo tipo de coordinación. Tenemos que continuar organizándonos entre ciudadanos, pueblos indígenas y mundo urbano, para enfrentar los problemas ambientales. Y a partir de eso, actuar como pequeños motores que inviten a la acción a otras organizaciones, que logre coordinar y unificar intereses. Esto es quizás mucho más efectivo que una gran coordinadora con una orgánica muy pesada de mover y que quizás se diluya en discusiones”.

-¿Qué carácter debería tener el movimiento ambientalista?

“Tiene que tener carácter social. Un movimiento social tiene que ser claro en lo que ambiciona como sociedad. O les hacemos el trabajo y perfeccionamos el sistema capitalista, o estamos dispuestos a desarrollar y a establecer las bases de una nueva sociedad. El sistema capitalista actual se ha perfeccionado con el neoliberalismo y las posibilidades de desarrollo del Hombre están agotadas. No existen más posibilidades de desarrollo que el consumismo y la exacerbación de lo material. Entonces, aspiro a que exista un movimiento social consciente y consecuente con la construcción de una nueva sociedad. Y creo que la lucha por la defensa del medio ambiente y por la calidad de vida de los ciudadanos es transversal. Si no parto de ese principio, quiere decir que tengo una visión parcial de lo que es realmente el Hombre. Este es parte de la naturaleza, no está fuera, por lo tanto si aspiro a una nueva sociedad, estoy involucrando al conjunto. Por eso la lucha por el medio ambiente es una lucha social, con carácter de clase, por la construcción de una sociedad sin clases”.



Entrevista realizada el 11 de diciembre de 2009 por Nanette Liberona,

Comunicaciones MPT

Miembro de la Red de Medios de los Pueblos







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